miércoles, 1 de abril de 2009

Se fue cantando desafinao


Un chulo de suburbio, ostentoso y exagerado en sus maneras que en mi pobre imaginario de cuasi treintañero tiene la cara de Al Pacino y una putita ajada y ordinaria con piernas y culo de Jenifer López cuando todavía no era Jenifer López. Todo un fresco de los fines del siglo pasado cuando lo canallesco, que empezaba a podrirse, era redescubierto y todavía podía ennoblecerse sin tener que andar tanto de puntillas. Dos personajes a los que sin duda Hollywood sacó el jugo y presentó dentro de toda una parafernalia hueca y estereotipada. En todo caso nadie sugiere tanto sobre ellos como el Pedro Barrios y la Josefina Wilson del Pedro Navaja de Blades. Una de las mejores historias contadas en una canción escrita en español.

El Pedro Navaja, sospechaba yo, tenía su pie en otra canción: Mack the knife, que fue escrita en alemán por un fulano que se llamaba Bertold Brecht y musicalizada por un tal Kurt Weill y sabe Dios (Google) quién la tradujo al inglés, el caso es que en los cincuentas el negro Armstrong con su trompeta bien lustradita la cantó por todo el mundo y aquí hay una muestra. Mis sospechas las confirmó Marito Salazar cuando me habló de este vídeo de Blades en ustedtubo.
Mack the knife, siguiendo con el cine, tiene esa forma de contar que tiene el cine negro que de alguna manera esconde lo que se sabe a todas luces y ahí genera su trama y su supenso, nadie nunca sabe lo que todos saben:

Oh the shark has pretty teeth, dear
And he shows them pearly white,
Just a jack-knife has Macheath, yeah
And he keeps it out of sight

When the shark bites with his teeth, dear
Scarlet billows start to spread
Fancy gloves, though, wears Macheath
So there is not trace of red

On the sidewalk...sunday morning,
lies a body oozing life

Someone’s sneaking around the corner
is the someone Mack the knife?


From a tugboat by the river
a cement bag is drooping down

Yeah, the cement is just for the weight, dear
bet you Mack, he is back in town…

Volviendo a Pedro Navaja, este heredó los dientes que brillan y el cuchillo, además de cierta cadencia en su música. Y claro la retematización de la marginalidad urbana con la que los latinoamericanos inmigrantes en Estados Unidos se toparon y convirtieron en estrategia de sobrevivencia, y los latinoamericanos migrantes en Latinoamérica empezaban apenitas a conocer.

¿Una deuda de negocios? ¿Un amor mal pagado? ¿Por qué se precipitó Pedro a matar a la putita Josefina Wilson? No sabemos. Lo que sí sabemos es que el chulo que ponía a brillar su diente de oro en una sonrisa desafiante cuando pasaba la autoridad no estaba en na’ y matando con cuchillo lo mataron con pistola. Josefina tendría una actitud más cínica ante la vida, a ella no le dolía morirse y tuvo las última palabras, las definitivas. Pedrito cayó mudo en la acera. Y un borrachito contingente, que es como el bufón de las comedias de Shakespeare, es el que se pierde en una esquina con la plata, el revólver, el puñal y la puritica verdad sobre lo que le pasó a Pedro y a Josefina y que ha de contarla en alguna cantina mugrienta donde nosotros tampoco vamos a oírla.

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