domingo, 26 de julio de 2009

Suspensión de la romería


La romería es una peregirnación protagonizada por los romeros o por los romeos (según entiendo Gonzalo de Breceo utilizaba los términos romeo y romero indistintamente). Es decir, los romeros (o romeos) pueden considerarse peregrinos, entendiéndose la asepción sustantiva del término (no así la correspondiente calificativa, aunque obste a los ateos). Como cartaginés (o ex cartaginés, si así lo prefieren)creo tener total autoridad para sucumbir ante ciertos asomos de pertenencia cuando me topo frente a dichas expresiones. Desde niño conocí la implicaciones de vivir en un sitio al que cada 1 de agosto peregrinaba una cantidad importante de sujetos con propósitos tan disímiles como respetables. La amorfa masa de romeros contaba con adeptos que iban desde el caco oportunista hasta los lascivos adolescentes, pasando por las fervorosas monjitas de cuanta orden existe en el país. En un alto grado concensual podríamos coincidir en que la mayoría de los costarricenses ha participado directa o indirectamente en esta celebración. Porque hasta los más troskos y los más hipies han visitado o han pasado cerca de la Basílica de Nuestra Señora de Los Angeles. Algunos, a lo mejor, bebieron agua bendita de la celebérrima pilita. Claro, la memoria suele ser menos escrupulosa que la posteridad, de suerte que tales episodios, muchas veces, han pasado a ocupar marginales espacios en favor de las peroratas de los profesores universitarios. Y sucede, pues, que la abuelita y la mamá y las tías de estos mismos troskos y hipies, cuando peregrinan hasta la Basílica o cuando conservan pomos con agua bendita, empiezan a ser merecedoras de ominosas etiquetas y rudos calificativos extraídos de diccionarios de "sinónimos y antónimos". La típica transmutación del provinciano en universitario que tarda, a lo sumo, semestre y medio. Y vaya si suelen ser mezquinos en sus consideraciones. Se aproximan a la realidad (esa que dfienden a capa y espada cuando discuten con los neoliberales)con el afán de corroborar sus prejuicios y sus ideas preconcebidas. A veces tienen la misma demagogia de los editorialistas del Miami Herald. No les interesa entender la realidad. Cuando el Ministerio de Salud dicta medidas para enfrentar la pandemia apelan a Foucault. Sin embargo, cuando esas medidas implican la suspensión de la romería sienten regocijo y ya no importa el control social ni el panóptico ni la privación del roce de la carne ajena. Antes bien, despotrican contra los clamores de los obispos avaros que no conciben cómo es posible que el ministerio de salud suspenda la celebración del 2 de agosto y a su vez permita que una pelota descontrolada de liguistas orgullosos se meta a su nueva cancha sintética y abrace al Pato López e intercambie fluidos menesterosos en las graderías (entre ellos Billito). Y por otro lado aparecen los católicos fervorosos que se asoman desde una austera hendija para ver cómo estalla el mundo en las calles y cómo se va anulando lentamente toda una mitología de milagros. Resulta simpático recordar que las catástrofes de antaño requerían la intercesión de santos y patronas. No era raro que llevasen imágenes de vírgenes y santos a los sitios donde se desarrollaban las tragedias. O que se invocara su nombre para alejar pestes y enfermedades (Esteban Rodríguez trabajó ampliamente este tema). Un caso de estudio, sin duda. Pero no se puede negar que la medida del ministerio de salud marcó un hito y evidenció esa suerte de mistificación de la razón (del "logos" por el "mythos") de la que habló Gadammer en de Mito y Razón. Aunque la mayoría de los individuos de este país no sepamos un ápice de virología la autoridad de la ministra de salud (saber-poder) deviene incuestionable. Quizás hasta los troskos y los hipies se seducen ante tales acontecimientos y solamente pasa que conmutan a la Negrita por Batman y a este último por Rosa Luxemburgo. Como ex cartaginés agradezco que, por lo menos, cuando vaya a visitar a mis padres este próximo 1 de agosto no me voy a topar con ese habitual y desagradable aroma a cofal que empieza a tornar el aire insoportable desde el Alto de Ochomogo hasta la Puebla de los Pardos.

Nota: Conviene señalar que semanas antes de la suepensión de la romería se había decretado ley seca durante el 1 de agosto. Un duro golpe paro los mitos costarricenses.

miércoles, 22 de julio de 2009

A pedir su mano: (un rito cantao)


Otra canción en español que es de mi afecto: A pedir su mano letra de Lea Lignazi y música de Juan Luis Guerra. Es de esas canciones que se le meten a uno primero en el cuerpo, quiero decir el primer gancho es el ritmo, lo sabroso de la música, de arreglos sencillos pero oportunos (parezco el Romborider) que lo ponen a uno de una a bailar. Pero luego, si se le pone atención a la letra se topa uno con una canción de amor bellamente escrita.
Además, esta canción propone su sentido a partir de una serie de referencias culturales propias de la vida rural dominicana de los negros: peones agrícolas en plantaciones de banano y caña. Esto es interesante desde un punto de vista racial identitario: en este vídeo de youtube de la pieza se genera una discusión entre los comentaristas sobre la diferencia de color entre haitianos y dominicanos, los dominicanos son los más “claritos” del video, los otros, los más “oscuros” son haitianos que llegan a dominicana a trabajar, dice uno de los que comenta. (De esto yo no sé mucho, Carlitos quizá pueda agregar al respecto)

En todo caso, lo poderoso de la letra es que nos plantea un escenario caribeño campesino a punta de poesía –porque hay versos que son pura y dura poesía- en un tono de fiesta y gozo en medio de un contexto de pobreza, economía de subsistencia y de festejo en comunidad. El novio en las estrofas y en el coro la novia que lo recibe con tambores. La canción es una especie de estampa de vida cotidiana.
Los yayales, son las laderas de los cerros. La yagua, es la parte de la palma real por la que se unen las hojas al tallo y que es (o era) usada por los niños para deslizarse por las lomas. El cocuyo es la luciérnaga, ese bichito incandescente. Los palos, son unos tambores de origen africano llamados también atabales que están ligados a ritos religiosos en particular y celebraciones en general y que son parte del folclor de Dominicana. Los guandules son lo que aquí llamamos frijol de palo, que son unos arbustos que dan una vaina llena de bolitas parecidas a los guisantes y que en cualquier lado “pega” (en el patio de la casa de mis padres habían un montón de esos, pelar el frijol de palo es verdaderamente un dolor de guevos, le quedan a uno las manos todas manchadas de negro y hay que tener una paciencia, pero cuando no había ni pa sopa, doña Aura se jalaba un arroz con frijol de palo que les cuento)

Versos de lux:
“Voy a pedir su mano
al amor hay que dar de beber
Voy a cortar un ramo’e nubes
para mojar su querer”


“voy a pintar los manantiales
con óleos de cielo azul”
(que manera de bajar el cielo!)

“y voy a hacerte un traje’e novia
con hojas del platanal”


“y desvestir a los guandules
pa’limentar el amor


No compra nada este muchacho, todo lo hace, todo lo toma de la tierra (ahora si quedó cursi…)



Voy a pedir su mano
al amor hay que dar de beber
voy a cortar un ramo’e nubes
para mojar su querer

Voy a bajar por los yayales
en una yagua de tul
voy a pintar los manatiales
con óleos de cielo azul

Voy a prender tu cariñito
como cocuyo en el mar
y voy a hacerte un traje e novia
con hojas del platanal

Viene a pedir mi mano, viene
vamo’ a sonar unos palos
pa’ que me quiera por siempre
Que su amor sea verdadero, ¡oh!
pa’ que me quiera, ¡ay!

Viene a pedir mi mano, viene
vamo’ a sonar unos palos
pa’ que me quiera por siempre
Pa’ yo prender mi lucero
pa que me quiera, ¡ay!
viene a pedir mi mano, viene

Y cuando tenga tu permiso
voy a volar Norte a Sur
para buscar arrib’el pino
el nido que quieras tú

Voy a prender tu cariñito
como cocuyo en el mar
y voy a hacerte un traje e novia
con hojas del platanal

Y acariciarte en la mañana
y arroparte con el sol
y desvestir a los guandules
pa alimentar el amor

Viene a pedir mi mano, viene
vamo a sonar unos palos
pa que me quiera por siempre
Que su amor sea verdadero, oh!
pa que me quiera, ¡ay!

Viene a pedir mi mano, viene
vamo a sonar unos palos
pa que me quiera por siempre
Pa yo prender mi lucero
pa que me quiera, ¡ay!
viene a pedir mi mano, viene
¡Oye!

jueves, 16 de julio de 2009

Bombita Rodríguez

Bueno muchachos y muchachas en vista de que este blog se ha politizado de manera violenta últimamente, les dejo una información que me facilitó el compañero @ConejoPanda, también conocido como Olmitan, que refiere de manera directa a las estrategias implementadas por la "revolución cultural" en Latinoamerica.

domingo, 5 de julio de 2009

ASESINOS

Estos son lo muertos Hondureños que cargaran para siempre los golpistas, milicos y el malnacido Cardenal Rodrigues Maradiaga

La última luna


Después de una noche de alcohol, debuts de dj's, oficialización de la candidata del G-8 del 8, y celebraciones de cumpleaños (Happy birthday to you...)Me quedé con la espinita de esa canción decadentosa de fines de los ochenta que yo le atribuía a Sabina y que el "tomalaquestuya" puso para las borrachitos de turno, que siempre somos los mismos,(ya con diez años mi olfato intuía los placeres artificiosos de la tibieza de los orinales de cantina, de los escotes de las amigas y de los besos de los amigos).
Lo cierto es que la pieza es original de un tal Lucio Dalla, un italiano que la publicó en 1978 y que parece tener bastantes similitudes artísticas con el vejete Joaquín. La primer disquera que fichó a Sabina -CBS- lo contrató también para que hiciera versiones al español de una serie de italianos y franceses que estaban pegando en sus países. De ahí sale la versión en español, de esta pieza.
A continuación la letra, el vídeo de Emanuel y la versión original en audio.

(Lucio Dalla - Joaquín Sabina)
La séptima luna
era aquella del Luna Park
el crepúsculo avanzaba
de la feria al bar
mientras tanto el Ángel Santo blasfemaba
la polución que respiraba
musculoso pero frágil.
Pobre Ángel, pobres alas.

La sexta luna
era el alma de un desgraciado
que maldecía el haber nacido,
pero sonreía.
Cuatro noches sin haber cenado
con las manos, con las manos,
manchadas de carbón.
Tocaba el pecho una señora
y manchaba y reía
creyéndose el patrón.

La quinta luna
daba tanto miedo
era la cabeza de una dama
que sintiendo la muerte cercana
al billar jugaba.
Era grande y elegante,
no era joven, no era vieja
tal vez enferma
seguramente estaba enferma
porque sangraba un poco por la oreja.

La cuarta luna
era una cuerda de prisioneros
que caminando, seguía los rieles
de un tren viejo.
Tenía los pies ensangrentados
y las manos, y las manos, y las manos
sin sus guantes,
pero no te alarmes
el cielo está sereno
y no hay bastantes prisioneros.

La tercera luna
salieron todos a mirarla
era, era así de grande
que más de uno pensó en el Padre Eterno.
Se secaron las risas,
se fundieron las luces
y comenzó el infierno,
la gente huyó a su casa
porque por una noche
regresó el invierno.

La segunda luna
el pánico sembró entre los gitanos
hubo alguno que incluso
se amputo un dedo.
Otros fueron hacia el banco
a hacer alguna operación
pero qué confusión
la mayor parte de ellos
con sus hijos y sus perros
corrieron a la estación.

La ultima luna
la vio sólo un recién nacido
con ojos negros, profundos, redondos
y no lloraba
con grandes alas tomó la luna
entre sus manos, entre sus manos.
Salió volando por la ventana
era el hombre del mañana.
Salió volando por la ventana...