jueves, 10 de junio de 2010

El Síndrome de la Representación-Democracia



En investigaciones recientes realizadas en diferentes grupos humanos, divididos por su nacionalidad, científicos del comportamiento y psicólogos se han dado a la tarea de conocer a profundidad un padecimiento que evoluciona rápidamente y que han nombrado como el “Síndrome de la Representación-Democracia” o “Democracitis”.

Según los estudiosos de la Universidad de Candrink, este padecimiento es adquirido por la sobreexposición al imaginario de la democracia y supone la aparición de una serie de síntomas que hacen a los pacientes susceptibles a alucinaciones relacionadas con sentimientos de felicidad, conformidad y comodidad dentro de un “sistema democrático” falaz y contradictorio.

Los estudios han demostrado que el padecimiento se desarrolla apoyado en varias falacias, pero especialmente reforzado durante la socialización primaria, con el adoctrinamiento familiar y social del individuo, por medio de sistemas rígidos de educación que someten a la concepción de una democracia fundada en una familia primigenia-perfecta-inalterable, que es resguardada por el estado y la iglesia católica apostólica.

Según explican los expertos “se trata de una construcción tan radicalmente instalada a nivel cognitivo-conductual de lo que ideal y teóricamente es la democracia, que al contrastarse con la realidad termina por suplantarla, lo que da cabida al delirio”.

“El paciente realmente cree que vive en una democracia ideal y envidiable”, continúan los expertos, “que debe defender a toda costa una serie de valores y concepciones aprendidas, pero interiorizadas como naturales". Reiteran que “como este imaginario ha sido plantado tan eficazmente es inamovible y como su contradicción con la realidad es inexplicable, se torna el ideal en realidad, lo que abre la puerta a las alucinaciones”.

Algunos de los síntomas que se observan en los sujetos expuestos a la patología son la invisibilización de las minorías, la negación de los derechos humanos y el reduccionismo generalizado a todos los niveles de comprensión, comportamiento y conocimiento.

Una de las manifestaciones más fuertes del cuadro es la necesidad compulsiva de votar por todo. Parece ser que este es uno de los síntomas más arraigadamente instaurados como parte del complejo, en el que se entiende que votar es ser parte de la democracia. El voto entonces, como manifestación máxima del sistema, es aplicable a todos los ámbitos de toma de decisiones de la nación y se estabiliza como el método adecuado para resolver cualquier tipo de disputa sea sexual, social, racial, ambiental, de derechos humanos, etc.

Entre los factores de riesgo que se enumeran como precursores del síndrome están ser heterosexual, homofóbico, consumir periódicos o noticias (sin ninguna especie de filtro crítico) y ser religioso. Algunos de los factores protectores encontrados en los sujetos que no fueron afectados por el cuadro se contaron la educación (aunque se sabe que también se presentan contagios en sujetos “educados”), la formación crítica-analítica, el reconocimiento de valores más allá de los credos religiosos (respeto, amor, solidaridad) y el sentido común.

Se sabe de casos excepcionales en que se combinan factores de riesgo como protectores en individuos que padecen y que no padecen el síndrome, sin embargo, las ocasiones en que esto sucede no son numerosas y debido al reciente descubrimiento de la enfermedad, se plantean nuevos estudios para conocer a profundidad los alcances y la evolución del cuadro.

3 comentarios:

Jenaro dijo...

maldita sea Laura! siempre escribís cosas buenas!!!

raaul dijo...

Jeje gracias???

Sé-espero que la madreada es-sea de cariño.

Marga dijo...

Fino... muy fino