jueves, 13 de mayo de 2010

El que quiera divertirse

Las obras de Samuel Delany se inscriben en lo que ha dado en llamarse La Nueva Ola dentro del desarrollo de la literatura de ciencia ficción (1965-1980) caracterizada por una mayor experimentación literaria y la diversificación temática, dejando en un plano secundario los conflictos con máquinas inteligentes y vuelos interestelares y profundizando en problemáticas psicológicas, los mundos interiores y la relativización de los valores morales, aderezadas con la psicodelia de los 60s y el despliegue de la cultura pop. Influenciada por autores como William Borroughs y Ballard, los autores de la Nueva Ola extienden las fronteras del género conviviendo con las obras de autores clásicos como Asimov y Bradbury.

La Intersección de Einstein, de Samuel Delany

Un mundo de alienados, un submundo que se aceita a partir de realidades ilusorias que sirven de paliativos culturales a la frustración. Es la tierra después de la era nuclear, los hombres han abandonado el planeta y una suerte de seres espirituales alienígenas han ocupado los cuerpos mutantes dejados atrás por los humanos y han empezado a reconstruir un planeta destruido por la radiación.

Estos seres intentan constituirse en humanos a partir de la herencia mítico-cultural que los antiguos habitantes han dejado atrás. Discos de vinilo de 45 o 33 son los recipientes que guardan este pasado en el que los mitos de Ringo (el Beatle mudo) y Orfeo se confunden y el Gran Rock y el Gran Roll son los nuevos nombres para las fuerzas de Eros y Tánatos.

Es la historia de Lo Lobey, un pastor de cabras y músico mutante que vive en una pequeña aldea regida por dos patriarcas, La Dira (voz que propone la búsqueda, la resignificación y el cambio) y Lo Halcón (voz conservadora, arraigada en los pasados fundacionales que sirven para explicar el mundo). La paz de la aldea se ve quebrantada por la muerte súbita de Friza, una joven muda y con poderes telequinéticos quien además es el amor de Lobey. Estimulado por La Dira, Lo Lobey inicia un periplo en pos de traer a su amada de la muerte y acabar con el responsable de esta y otras muertes: Niño Muerte. Esta aventura órfica no sólo significará la forja de una identidad renovada para Lo Lobey, sino el inicio de una forma distinta de entender y entenderse en el mundo para los mutantes.

Antes de partir, Lo Lobey debe atravesar una suerte de experiencia iniciática: ir a cazar al Gran Toro dentro de los túneles interminables y cavernosos que construyeron los humanos en las entrañas de la tierra. Esta repetición del mito de Teseo y el Minotauro tiene una diferencia clave. Contrario a Teseo quien logra salir del laberinto después de matar a la bestia gracias al hilo de Ariadna, Lo Lobey no ha previsto la forma de volver del laberinto. Es entonces cuando Lobey se encuentra con Fedra, una computadora construida por los humanos que le da algunas claves enigmáticas al mutante:


Tiene que ser bastante difícil caminar por las montañas y las junglas de los hombres, luchando contra las sombras mutadas de la fauna y de la flora, entre inmemoriales fantasías humanas… pero supongo que habréis de fatigar los viejos laberintos antes de entrar en los nuevos…p 42


En este momento el lector se entera que lo que sigue no será ya nunca casualidad, sino que la meta de Lobey está ya cifrada en el compendio mamotrético de la mitología que sustenta a la cultura occidental; desde Grecia hasta los evangelios, desde la música popular hasta los íconos de mass media, desde las realidades publicitarias, hasta las tierras desprometidas de la razón. En su camino Lo lobey se encuentra con un grupo de arrieros de dragones que se dirigen a una gran ciudad, Molienda-del-mar, donde encontrará más preguntas a su búsqueda de respuestas. Araña, el jefe de los arrieros, así como Ojo Verde, un enigmático mutante arquetipo del Redentor, serán cómplices en que Lobey logre llevar acabo su misión.

El final de la novela trae consigo sorpresas para el lector que ya se encuentra cómodo en los sillones teleológicos dispuestos por ahí por la maestría de Delany y su capacidad innegable de sintetizar lo irreductible. De alguna manera, tras “fatigar los viejos laberintos” Lo Lobey logra rescribir los finales mitológicos que se convierten más bien en un inicio en el que su historia -la de Lobey- será un nuevo mito fundacional para una cultura de mutantes renovada.


-¿Y qué pasa en Molienda?
-Tumultos.
-¿Por qué?
-Están hambrientos de futuro propio. P166


Esta novela de Delany es un llamado al estudio crítico de las herencias culturales que nos nutren, pero a la vez nos aprisionan en un laberinto del que ya no nos molestamos en salir. Dos líneas teóricas guían la novela y son explicitadas en ella. La teoría de la relatividad de Einstein: no hay una interpretación inequívoca de la realidad. Y un teorema de Godel: En un sistema matemático cerrado hay un número infinito de teoremas verdaderos que no pueden deducirse de este p139. Con Einstein, Delany nos pone ante lo cognoscible y sus diferencias a través de la razón. Con Godel, Delany nos avisa que hay un sin número de “fenómenos” no menos verdaderos para los que la razón es un vehículo inane si se quiere llegar a ellos. Para tales efectos el autor propone el arte, la creación y las reconstrucciones mitológicas críticas, como un reflejo de las manifestaciones intrínsecas al hombre, pero fuera del alcance de su lógica.

Hay una variedad de temas tangenciales en la novela: la diferencia y la otredad –lo distinto debe ser anulado ya que no contribuye a la reproducción social establecida-, así como la utilización del sexo como un mecanismo también de control y diferenciación social. También inserta dentro del desarrollo del libro una serie de apartados que corresponden a un pretendido “Diario del autor” en el que Delany cavila sobre las posibilidades de la novela y sus personajes mientras esta está siendo escrita y él viaja por Grecia, Turquía, Francia e Inglaterra. Estos insertos funcionan como un distractor al revés: por un lado distancian al lector de la trama y le recuerdan que lo que está leyendo es ficción trayéndolo a un presente histórico conocido. Por otro lado refuerzan la idea de que lo realmente importante está transcurriendo en esa narración ficcional.

La Intersección de Einstein es sin duda una buena novela para quienes gusten de la ciencia ficción sin moralinas y llena de alfileres incómodos que saltan de cada página a los ojos del lector.

4 comentarios:

Jenaro dijo...

Hace tiempo el azar o el destino me otorgó el favor de conocer a un vasco medio intransigente (el único abstemio a quien aprecio) que coincidió conmigo en la Finca de un buen amigo. No bien empezabamos a conocernos cuando supe que el vasco metalero compartía conmigo una afición casi compulsiva por la ciencia ficción. Conversamos durante horas mientras él bebía litros de café y yo hacía lo propio con el vino. En algún momento él (cuya identidad cibernética, marillion, nos deja un regusto musical) mostró su desprecio por el academicismo de la mayoría de las facultades de letras en el mundo entero, las cuales, siguen manifestando un desdén, acaso ingenuo, por el género de la ciencia ficción. A marillion le debemos la referencia de esta joyita de Delaney

Unknown dijo...

Amigos todos de este blog, un placer saludaros. A alguno bien os conozco, al resto me apunto vuestra matrícula y espero poder poco a poco iros conociendo, si así gustáis. Un clásico como Asimov es prácticamente imposible de superar en un género como éste de ciencia-ficción con sus altos y sus bajos, que igual se pone de moda, que deja de importar al gran público, que es lo mismo decir a los editores. Gracias por vuestra recomendación de Delaney, con Einstein en la sombra. Lo dicho, tomo nota, os ficho y os pongo en mi blog un link de este maravilloso torrente cultural para que más gente pueda conoceros y yo de paso pueda leeros con más o menos frecuencia.
Un abrazo, amigos.
d.b
!La polla en verso!

Anónimo dijo...

Gracias por la benévola descripción, Jenaro. Me siento honrado de haber podido (por una vez, que venga Zeus y lo vea) contribuir al ingente número de novelas que llevas leídas. Lástima que no pueda regalarte una copia de Lanark, para contribuir con algo realmente grande a tu acervo literario (pero es que no quedan copias; la traducción lleva años agotada).

Si me permiten el atrevimiento, rogaría a todo aquél a quien le haya gustado La Intersección que trate de conseguir algo de Ballard, en caso de no conocerlo ya. Quizá no tengan nada que ver, pero algunos de sus libros me parecen magistrales dentro del género, y ambos autores quedan archivados para siempre en una misma estantería, en mi memoria.

Un abrazo.

mikel domeneck dijo...

yo he sido un fiel admirador de este gran cientifico, de hecho he tenido que hacer un par de obras y trabajos en honor a el, uno llamado viagra y otro llamado, genetica.