El buen monstruo es como el buen salvaje. Se puede amar en él, como reemplazo, lo que se ha dejado de amar suficiente mente. Se le ama cuando es imposible amar a seres reales. Su presencia es objeto de empatía y cariño irreal, alternativo, si la transferencia de afecto a personas se vuelve intolerable por el asco que provoca su condición (subhumanizada, por ejemplo); o simplemente cuando tengo resistencia a la identificación emocional con el otro, pues me acecha la premonición de perderlo.
En el fondo de su conciencia desdichada, el hombre contemporáneo repunta la obsesión de que no se debe malgastar empatía verdadera con seres humanamente desvalorados de antemano o pertenecientes a un mundo en bancarrota. Es preferible el cariño empobrecido hacia seres ficticios que obligarse a materializar un ser humano con las polarizaciones del caso y correr el riesgo de contaminarse de subhumanidad... Rehumanizar a quien se ha subhumanizado es difícil."
"Lo monstruoso y lo bello" Rafael Ángel Herra, pag 57-58
2. "La modernidad es un concepto esquemático o cómodo para designar una sensibilidad compleja y desgarrada, aun cuando se invisibilice los procesos económicos y geopolíticos que forman parte de su matriz...
El individuo ideológico de la modernidad, imaginado como portador de la Humanidad completa, materializa una violencia en la que la especie (proceso abierto y constante al que se debe convocar a quienes se produce como distantes y distintos, ajenos) resulta imposible. Las prácticas contra otros, derivadas de la codicia o el miedo, y en nombre de un humanismo sustantivo que ya no existe porque forma parte de un pasado disuelto, comienzan y terminan por anular la posibilidad de la humanidad genérica y, con ello, también la del individuo, fragmentado y preso ahora por sus agresiones a las que necesita valorar como eficaces y exitosas.
La humanidad es hoy, gritan los expositores de la modernidad. ¡Únete al movimiento! Pero llaman a algo que interrumpe las adhesiones fieles o tímidas que convoca y las encarcela con el despotismo de la propiedad privada capitalista, su geopolítica, el colonialismo, el etnocentrismo, la patriarcal obsesión sexista, el mito de la razón madura, los empresariales misterios de la tecnología y las finanzas y el forzamiento de migraciones no deseadas que conducen a una misma región previamente deshecha por dominaciones, imperios y represiones que agitan al hombre como su base y en la que no resulta posible, y en el caso latinoamericano, tampoco deseable, discernir raíces ni intuir espacios originales. En realidad, el ser humano es un futuro que hasta el momento se ha conseguido negar."
"Siglo XXI, producir un mundo", Helio Gallardo, pag 96
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