jueves, 8 de abril de 2010

¿Postal de una esperanza?

Los ojitos le brillaban con una claridad de chiquito en primera comunión. Arroz, frijoles y un pedazo de salchichón se enfriaban con paciencia en el tarro de mantequilla. Doña Consuelo con amor de esposa lavó y planchó la camisa y el pantalón lullido. Con orgullo, Chepe se bañó temprano, se tomó un café bien negro, y se terminó de arreglar. Se pasó el peine tres veces y lo guardó con el pañuelo en la bolsa de atrás. Hoy es un día importante. El gringo de la maquila le dio un cartón muy bonito con unas grandes letras rojas que dice Sí al Progreso.

Lo enrolló con cuidadito y lo metió en el salveque, con el almuerzo y la capa por si llueve. Con la agilidad que da la práctica y quitan los años Don José Carmona se subió a la bicicleta. En la barra va Carmencita. El otro año entra al colegio y Doña Consuelo ya se averiguó para ver si le dan la platica que ahora da el gobierno pa´ que los chiquillos estudien. Bien persinados, Chepe se las agencia con los tres cambios que le sirven y el freno de atrás, para bajar desde Choruca, primero a la escuela y después a la fábrica. Tan preocupada queda la pobre señora, que el susto de ver a aquellos encaramados en ese aparato sólo se le quita con un rosario y una oración al Divino Niño, al que le prende un culito de candela todas las mañanas. Hoy, además, rezó uno por el futuro del país.

Ya en la fábrica, había algo especial en el ambiente. Todos corrían acomodando sillas y el gringo hasta les hablaba bonito. Chepe sintió que el corazón le latía más rápido de la pura emoción de poder ver al señor presidente en persona. Pasado un rato sonó un tumulto de sirenas, los destellos de colores se perdían en la luz de la mañana. Un hombrón de traje negro y anteojos oscuros abrió la puerta de un carro muy elegante. De un momento a otro se vio su pierna y luego completito... Don Oscar. Todos aplaudieron y gritaron las consignas que habían ensayado el día anterior, a Chepe se le olvidó un estribillo y se sintió muy mal por eso, pero en el camino al podio hasta le pudo dar la mano. Pensaba en lo contenta que se iba a poner Consuelo cuando le contara. Con mirada reconcentrada oyó con detenimiento el discurso que iba subiendo en emociones. Desarrollo. Trabajo. Exportar. Bienestar para los pobres. Confianza. Verdad. El que vino en bicicleta, vendrá en carro. Hay que decir que Sí. Sí, sí, gritaban todos agitando las pancartas. Don José Carmona se quedó con las últimas frases en su mente, las hizo un puñito y se las guardó para cenarlas en casa.

Carmen Carmona ya está en edad de entrar a la Universidad. Su padre, trabajador infatigable, le heredó la bicicleta para que fuera a la fábrica. Doña Consuelo sigue rezando un rosario y prendiéndole el culito de candela al Divino Niño. Por el futuro del país ya no reza más.


C. A. Fallas


Epílogo


¿Representa la familia Carmona a las familias pobres costarricenses? Fue la primera pregunta que me hice luego de conmoverme con la lectura de este textito de C.F. Doña Consuelo y Don José son personajes tratados sin prejuicio, presentados tal cuales, verosímiles en su mundo. Un mundo de paciencia y laboriosidad cristiana que se ve iluminado por un evento extraordinario dentro de la aparente inmutabilidad cotidiana de los Carmona (pareciera que todos los días anteriores y posteriores al día relatado, fueron iguales: Un caleidoscopio estático).

Ciertamente Costa Rica ha venido cambiando desde hace 30 años y, a los que rondamos esa edad ahora, en la escuela y el colegio nos enseñaban un país y una forma de ser tico que se alejaba cada vez más de la agenda de los gobernantes de turno y de lo que experimentábamos en la calle y en nuestras casas. Sin embargo, es común escuchar en las más diversas situaciones el consabido “en C.R. nunca pasa nada”. Pues pasa.

Yo no creo que los Carmona sean un retrato fiel de las familias pobres de nuestro país, pero sí estoy convencido de que este texto sirve de metáfora para el subsuelo de las mentalidades de los que adolescenteamos en los 90. A nosotros especialmente nos habla esta postal-relato. Queda un cabo suelto que dentro del mundo del texto se resuelve pesimista, casi resignadamente: Carmencita en bicicleta yendo a trabajar.


Eduardo Valverde



4 comentarios:

Jenaro dijo...

Traigo a colación de nuevo aquello que decía Edmundo Desnoes sobre la posibilidad de que la literatura ya no sea una herramienta para aproximarse al mundo (no soy tan ambicioso y por eso digo "aproximarse" y no "conocer"). Cabría preguntarse desde cuándo (de ser cierta tal aseveración) la literatura deja de funcionar para propósitos como ese. Desnoes diría que después de la Ilustración. Umberto Eco diría que de cualquier modo la función de la literatura es enseñarnos a morir. Lo cierto es que con esta postalita sucede algo semejante a lo que pudieron argumentar los cristólogos de Caledonia contra el herético Eutiques. La postalita está implicada de mundo, de “terranalidad”. En este caso, digamos, que al menos está implicada de nuestra austera “terranalidad”. Por esa razón quizás la familia Carmona funciona como vehículo para aproximarse a esta realidad coyuntural. Y lo logra muy bien. Tengo un único reparo en cuanto a la figura del gringo ya que me parece susceptible de convertirse en una impostura seudo nacionalista. Como bien se sabe, el proyecto neoliberal no constituye un enclave o una imposición en el sentido formal. Este es un fenómeno cuyo desarrollo obedece también a las necesidades de una elite que lo propicia y lo sostiene (desde luego una verdad de Perogrullo). La figura del gringo es el único detalle, en mi opinión, no del todo verosímil en el textito, más allá, incluso, de que la realidad fáctica lo acredite. En vez de gringo pudo ser una de nuestras deliciosas piezas de la burguesía gerencial: un nouveau riche a lo Francisco Chacón.

Marga dijo...

Me salieron lagrimas...

C.A. Fallas dijo...

Jenaro:tuanis por la crítica, y se creo que está llena de terrenalidad, en este caso obvia, pero hasta la literatura menos terrenal, está implicada en el contexto.. digo siguiendo más o menos algunas de las ideas de Darnton, en cuanto a la historia de las ideas, que parecido a Said creo que aplica en cierta medida para el análisis literario. Lo del gringo, bueee, no se puede quedar bien con todo el mundo (jeje).
Marga: la meta siempre es provocar.

Anónimo dijo...

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Demasiada inspiracion es algo increible las palabras que pueden salir de una persona. Muchisimas gracias por tu inspiracion y por tomar parte de tu tiempo para hacer publicas estas cosas. Sigue adelante!