jueves, 5 de febrero de 2009

¿Un típico latinoamericano?


Se me ocurre que el fatalismo es una licencia que nos atribuimos los pequeños burgueses a fin de reivindicar el prístino ejercicio de la no elección. O quizás no. Quizás es una legítima condición de la mojigatería. Se dijera, en todo caso, que no podría existir autoridad moral capaz de imputarle a un sujeto, de esos bien empunchados, el tomar las cosas por los cuernos y esperar que todo salga bien. Aunque no haya mucho sentido en tal faena es preciso reconocer que hay una considerable cantidad de ropa lavada entre hoy y ayer. Y la repostería fresca apenas y se cuece en los eslóganes y en los falsos profetas que pescan celajes sintéticos bajo los arroyos. Si fuera 10 años más joven que feliz (como la canción…), tal vez trataría de resucitar efigies de héroes estampados en camisas ya en desuso. O tal vez pensaría que los Fabulsos Cadillac no son una manga de faquires porteños cuyo ascetismo consiste en convertir un clásico del ska en cumbia o en hacer canciones del Che para los desempleados del mundo. Y dejaría de lado opiniones serias y aceptaría que soy un inconfundible latinoamericano que se muere de melancolía y modernidad. A lo mejor sería uno de esos típicos sujetos tercermundistas que aprendieron a rasgar una guitarra con claros, aunque porfiados, propósitos seductores. Quizás por alguna chavalita del colegio o por la vecina que usaba minifalda. O acaso por una presunta afición rockera, la cual, degeneraría en un fastidio insoportable toda vez que se asegurara que Caifanes era la mejor banda de rock en español. Porque el rock en español no existiría más que como una curiosidad histórica que se llenó de la nostalgia rabiosa de los ochentas. Y Caifanes podría ser una banda cuyo mayor mérito consistía en poner a Robert Smith al lado de un mariachi. Ser un típico latinoamericano que seguía creyendo en las películas del Santo y en un póster de Pancho Villa y también en Ian Curtis y en Lou Reed. Y ver películas de Cantinflas los domingos y morir de risa con Trespatines. O creer, además, que algún día escribirías en la Rolling Stones cosas similares a las que escribió Hunter Thompsom y que Allan Gingzber aún caminaba por las calles de New York. Peor aún (o quizás no): ser de esa otra variedad de latinoamericano con mayores rentas para la obsolescencia y tener todos los discos de Silvio Rodríguez y todos los antipoemas de Nicanor Parra. Y acaso justificar tus impúdicas aficiones silbando temas de Joaquín Sabina o de Albert Pla. Estremecerse cuando Hugo Chávez y Rafael Correa cantan de tu querida presencia, Comandante Che Guevara y defender los años en que bebías cerveza fiada. Ser un típico latinoamericano que olvida su vocación fatalista con un par de tragos y que recibe noticias de un mundo on-line sin saber muy bien como se pronuncia la palabra squirrel (no se vale preguntarle a Dios, o a google). Apenas eso pasa por tu mente cuando te ponés a pensar en tener diez años menos que felicidad y en ser poco más que un típico latinoamericano vio a su padre cantar canciones de Julio Jaramillo. Así vale la pena ser fatalista, aunque sea como mera extravagancia de pequeño burgués casi universitario. El subdesarrollo es una especie de coma espiritual inducido por quienes realizan los inventarios de la omisión. En una ridícula tentativa por entrar al lobby de tu tiempo estarías un día pronunciando un pésimo inglés y mencionando canciones cajoneras. Mientras las figuras de esos otros héroes se solazan en la más brutal masificación y los empuchados de otrora leen a Benedetti y buscan canciones de Pablo Milanés y de Jaguares en youtube para enviárselas a sus novias. Te verías tragándote cualquier deseo de reprocharle a Ricardo Monatner por que tu mundo online es un laissez faire laissez passer con una moda que casi no condena. Y ya no importan nada las disputas entre liberacionistas y mariachis.

8 comentarios:

Pelele dijo...

"un inconfundible latinoamericano que se muere de melancolía y modernidad"... eso es un mundo, digamos que bien descrito, porque (es una sospecha)desde la literatura se llega más certeramente a los universos que desde cualquier sociología o antropología o política o historia o etc. Y es que hay que ver lo que duele latinoamerica en los jóvenes de treinta años y alrededores y el mosqueo que nos provoca la sola articulación de su nombre. Nuestro "fatum" es entonces la desgeneracionalización sistemática, un ecléctico abánico de referentes culturales y la obligación absoluta de cagarnos setentavecesiete en latinoamérica y sus fideles y ches,sus gabos y cortázares, sus nerudas edulcorados (a vallejo no lo toquen)sus cristos y vírgenes de guadalupe, sus indios y sus negros, sus chinos,libaneses y gachupines criollos y blanqueados, su chevere, su puravida, su mae su güey, su chamo y su pibe, su reforma agraria y sus neoliberlalitos de punta, su pisco, su güaro y su tequila; setentavecesiete para descubrir que morimos de melancolía y modernidad, y poder decir ya que latinoamerica no era el edén mientras cantamos guantanamera sintiendo que algo bulle en el subsuelo del corazón.

C.A. Fallas dijo...

Sospecho, con sospecha poco literaria, que en algo disiento del Jenaro. Finalemente el tema del fatalismo, bien lo apuntás es una pose, hasta ahí todo bien. Pero luego viene lo del coma tercermundista que no me lo como, ni afeitado. Digo si por el coma de la modernidad es, Europa languidece al sol hace rato, y reinvindica lo mismo desde el siglo XVI, occidentalismo, y hegemonía, civilización, barbarie... y todas las excusas de dominación (my left side). Pero la conclusión que sacás es muy posmo, y esa no me la como, ni 34C. Es cierto que la hibridez cultural, diría Canclini, a llevado a las cosas más atroces, pero de ahí, a que tutubo, sea la síntesis cultural de latinoamerica.... habrá de ser un tubote!!!!!

Pelele dijo...

No creo que el Jena pretendiera hacer una´síntesis cultural de latinoamerica en su textito. Me parece más bien que habla, muy honestamente, de él (el título está entre signos de interrogación)y con él de muchos otros que en todo caso probablemente no sean(mos) mayoría. Por ejemplo, un día se nos viene el lagrimeo por la revolución sandinista y el otro nos encantaría estar en el testamento de sergio ramirez entre sus herederos, ¿Hay contradicción ahí? tal vez ¿se sostiene? creo que sí, desde esa posición "cómoda" (que de cómoda no tiene tanta, porque por ahí es que nos crece la angustia) del "fatum" del pequeño burgués (¿qué es eso?).He ahí la honestidad del texto del jena, si es que la honestidad sirve palgo. En todo caso, y creo que en esto estamos toditicos de acuerdo, es que decir Latinoamerica suponiendo que eso hace referencia a algo, es un ingenuidad. Por eso mi retahila de excretas, que sin duda son una exageración o un abuso, pero de eso se trata ¿no? de incordiar al personal y no asumir lo nuestro como propio a priori (más angustia) y de eso claro que van las ciencias sociales y la literatura también.

Jenaro dijo...

El coma tercermundista, efectivamente, dista mucho de describir una categoría histórica. Y aunque lo hiciera no es ambición suya. El asunto, como dice Eduardo, más bien tiene que ver con esa farsa con la que nos cobijamos a diario en aras de ser polliticaly correct: ser latinoamericano. ¿Y qué putas es eso? ¿Defender la gran patria resucitando el uniforme de Bolivar? (Aunque este no sea más que un mercenario ilustrado -con pedigrí- célebre por su amfición a importar la moda francesa de segar cabezas) O ser latinoamericano como son los chicos de COMEX que pretenden hacer criolla la figura supranacional de la UE y ponerle nombre de Unión Arancelaria! O una latinoamericana a quien le llega la moda tarde y que presume chancletudamente de su 10 en el curso de Helio Gallardo. Y si latinoamericano es, por otro lado, el campesino mezquino, machista, individualista, conservador, obtuso, que dejó su miserable parcela para que sus nietos se conviertan en porteadores que distribuyen cocaína en los barrios oscuros de Cartago... En lo personal, siento simpatía por todos y cada uno de ellos. De cualquier modo esto es una perogrullada

C.A. Fallas dijo...

Voy entiendo, despacio, pero voy. Creo que todo está en un estado de ánimo (?) De repente yo me siento muy cómodo con mi condición de latinoamericano, no se si típico, posiblemente más de lo que me gustaría. Pero la sarta de contradicciones en las que vivimos y enumeran, son un espectro muy amplio para aprehender el mundo. Más amplio, creo, que el de otras latitudes (depende de la educación claro). Lo del estado de ánimo, y es interesante, es esa condición filosófica que nos ubica en la adolescencia con el quién soy. Y ahí si, la cosa se complica. Pero en el espejo global, sospecho de nuevo, que algo nos hace latinoamericanos....

Jenaro dijo...

Pues quizás si!!! De hecho recuerdo que Borges decía algo como que la verdadera Europa era Latinoamerica,porque ésta, a fuerza de querer serlo, hacia méritos para convertirse en ella; como horizonte de sentido, claro está (cuando era estudiante regular esa era una categoria muy de moda).
De todos modos, el mundo occidental aborda a los latinoamericanos como si en efecto existiera una unidad: por ejemplo, nos obligan a usar pasaportes visados y nos asocian con el merengue y con la salsa y con la playa y con el saborrrrr y con el ron y la vida tropical y los monocultivos y los biocombustibles y la mano de obra barata calificada y la prostitucion. Si me parece interesante lo que decís de que "la sarta de contradicciones en las que vivimos y enumeran, son un espectro muy amplio para aprehender el mundo. Más amplio, creo, que el de otras latitudes". Creo que es algo que requeriría más indicios de tipo, digamos, empírico; aunque sospecho, con vos, que anda por ahí la cosa.

Pelele dijo...

Llamando las cosas por su nombre nos equivocamos. Eso lo sabemos, como escritores e historiadores de media casta o de casta entera: No hay concepto de dure cien años ni libro que lo aguante.
Supongo que Borges (maldito eunuco ciego)en eso que dice Fabi algo de razón llevaba, pero como con todas las razones ha empezado a desgastarse (en buenahora). Parece que tomamos rumbo a las contradicciones (paradogicamente)como palestra de consenso. Pués eso es Latinoamerica: una paradoja (vaya hallazgo). Firmo lo de la "sarta de contradicciones" que apunta Carlos como punto de encuentro y vuelvo a la aromática superfluidad del güisqui.
Hecho ficcional: Se baja uno en cualquier aeropuerto de la vieja europa y la chica del recibidor al revisar el pasaporte y comprobar que uno es de Costa Rica dice- ah latinoamericano! Entonces dos opciones 1. bajar la mirada y escudriñar el reloj fingiendo impaciencia y desdén. 2. Entrar en cólera y decirle que NO! qué cómo es eso! que latinoamerica no existe!!! (y sin embargo sí, ahí está, al otro lado del atlantico)y que la puta que la parió y entonces la policía aeropuertaria lo conduce a uno a empujones al recinto de detención aeropuertaria para latinoamericanos. En cualquiera de las dos opciones uno sale perdiendo, porque la chica del recibidor estaba guapísima!

Jenaro dijo...

http://cherac.blogspot.com/2008/09/de-patadas-y-otras-exquisiteces-de-la.html