miércoles, 25 de febrero de 2009

DESVÍO


Cuando al frente de la casa de Juan construyeron una carretera, sus amigos que no eran muchos pero eran buenos pasaron a ser los niños que vivían al otro lado. Doscientos vehículos por minuto transitaban por el negro pavimento, un día Juan dejó escapar intencionalmente la pelota a ver si llegaba al otro lado, pero una reacción de niño lo hizo seguirla. Doña Esmeralda que es muy altiva y con buena plata, estrenó para su cumpleaños un flamante carro del año, la intención de fondo era tener un doble tracción para ver más frecuentemente a Joaquinita, compañera infatigable de sus años de juventud, quien había optado por la vida reposada del campo, a la vez que Esmeralda casaba con un gordo de apellido altisonante y la billetera repleta, ella decía que había que progresar, a Joaquina no la vio más. El día en que el MOPT inauguró el puente sobre la interamericana para evitar que tanta gente muriera tratando de cruzar al otro lado, a las dos horas un terrible infortunio aconteció: Elías, un señor trabajador lo usó de plataforma al más allá, según se podía leer en una carta pringoteada de sangre que llevaba en el bolsillo, no soportaba más vivir sin Joaquina. Mil años estuvieron casados, pero un muro creció en medio de la sala y poco a poco se hicieron irreconocibles, terminó por marchar a la ciudad, después de muchos años de buscarla en los fondos de los vasos, se convenció de que se volverían a encontrar en el cielo, rezó dos padres nuestros, le pidió perdón a la virgencita y listo.

El gran día llegó, no para todo el mundo sino en su corazón, un violento acceso de sentimientos la había tenido llorando tres días, Francisco que se dedicaba a amasar capital pocas veces pasaba mas de dos días seguidos en casa, se sospechaba que tenía otra pero vivía muy lejos y eso le daba problemas gástricos. Los días que Esmeralda estuvo en crisis el no puso un pie en casa, así después de tanto dolor una esperanza le paró en seco el llanto, recordó la intención primera del carro y se dispuso a volver a los brazos fuertes y amorosos de Joaquina. Estrenó mudada, pasó por el salón, compró tres cajas de galletas y dos de bombones. Se verían. Eran las dos de la tarde, Juan estaba harto de la soledad de los juguetes y lanzó la bola, cambió de parecer y decidió llevarla personalmente, su mamá hacía plátanos maduros y la olla de frijoles escupía ráfagas de humo blanco. Doña Esmeralda dudó un segundo y llamó a Francisco. No volvería. Volteó levemente a tomar el teléfono y cuando puso la mirada en la calle la trompa del carro devoraba a un niñito con una pelota. Juan sonreía por que al frente estaba José, que saltaba frenéticamente al verlo venir. El auto volcó y la elegante cabeza de Doña Esmeralda ya no pensaría más.

C. A. Fallas

Dic. 28, 2007


3 comentarios:

Pelele dijo...

Parece que con Cela de celador de tus distracciones la musa (que sabemos hay días que es una puta tierna y otros una puta cara, en todo caso las dos cobran)está bien cuidadita. Lo que me gusta mucho de lo que escribís (recuerdo haber leído otros en esta línea, pero en este se nota más)es que todo está muy asépticamente dispuesto, en el buen sentido de la limpieza, quiero decir, la opinión o sentir del que escribe no se encuentra visiblemente en el texto. El texto se aleja del autor, como las pompas de jabón que brotan de esas resistencias pequeñitas que no sirven para generar calor, pero sí para darle forma al aire si alguien las sopla. A mí eso me cuesta mucho.

C.A. Fallas dijo...

Los textos ahí van creciendo solitos, y al final van haciendo lo que les da la gana, como decía Onetti a una pregunta de si escribía con un plan: "Sé qué va a pasar. No sé cómo va pasar. Si supiera cómo va a pasar no lo escribiría". Por lo demás, a veces creo que que el celo del Cela, puede ser medio pesado, no sé que tanto papi me deja hacer, aunque es bien permisivo. A mi me cuesta escribir, la vida no es fácil. Abrazo.

Marga dijo...

Me gusta mucho la forma en que está construido el relato, en ese vaivén...
Felicidades