La ópera prima de Velasco aparecida en 2003 deslumbra por un manejo impresionante del lenguaje y el ritmo de la narración. Rápida, trepidante en ocasiones, nos lleva a conocer el mundo interior de una niña-mujer que desde temprana edad sabía que su cuerpo, el cual nunca conocemos, la llevaría a saciar sus más extravagantes ambiciones, mismas actitudes que la harán despreciarse sin reparos a lo largo de su vida. Ubicada en la década de los noventa entre México y New York, nos presenta a estas megaciudades como los espacios ideales en los que una trepa, una coatlicue cualquiera, puede saciar sus ansias por el dinero y los símbolos de status, siempre partiendo del cuerpo como instrumento para tales fines, lo que le envilece constantemente:
“¿Tu crees que si mi vagina no fuera estúpida, incapaz de pensar nada, podría soportar las babas de quién sea?”
Violetta, la personaje principal, puede ser malvada, vengativa, aprovechada, ratera, pero en ese mismo proceso, se topa con individuos como el Nefas o Tía Montse, que sabrán aprovecharse más que ella misma de sus defectos, y de su principal virtud: estar dispuesta a todo. En ese constante proceso de autoexplotación, sin embargo, nos revela importantes facetas de la condición humana, comunes a todas aquellas personas con interés por el dinero, la autosatisfacción y el desinterés por los sentimientos ajenos.
“Los egoístas nos odiamos para destantear al enemigo, y después regresamos a la cama donde nos espera nuestro cochino ego”
“Y para que no quede duda, de una vez te digo que para mí eso de ser pobre no es injusto, ni triste, ni doloroso. Ser pobre es de mal gusto, punto. “
En el otro lado de la narración, Pig, es un escritor frustrado que intenta sacar adelante su miserable vida despreciando su entorno, dilapidando alguna herencia familiar y luego trabajando de escritor a sueldo en una agencia rascuache de publicidad, un jodido. Por lo jodido y por la actitud pendenciera frente a sus semejantes llegará a convertirse en el Diablo Guardián de Violetta, una especie de Ángel de la Guarda al revés, que albergará sus secretos y al final tratará de echarle una mano a la perdida vida de Violetta.
En el texto se descubren las facetas más oscuras de los lugares más finos de ambas ciudades. El dinero, el sexo y las drogas estarán presentes en lobbys de hotel, casas de lujo, y costosos automóviles, espacios estos preferidos por Violetta, a pesar de que su vida transcurre la mayor parte de las veces viviendo en sórdidos apartamentos en las zonas empobrecidas de la urbe.
El spanglish mezclado con palabras altisonantes, refleja un lugar narrativo, plenamente justificado dentro del texto, en donde se vuelve cada vez más difícil darse entender o entender el mundo con uno sólo de los idiomas.
“No recuerdo muy bien cómo estaban sus cuentas, odio con toda mi alma la aritmética de la clase media, pero la idea era que mis dólares me duraran dos años. Y así decía Eric, ¿ajá? Your money, Your apartment. Your next couple of years. Couple my ass, pendejo.”
Como en las buenas novelas con un antihéroe en el centro, uno termina por encariñarse con Violetta; espera que sus clientes no le escupan mucho en la cara, que no llore tanto, que consiga el cash para comprarse su ropa en Saks, o en cualquier tienda lujosa del DF, tal deferencia se vuelve inevitable llegado cierto punto. No obstante hay saltos que pueden dejarlo a uno perplejo, como el de pasar de New York a México y rápidamente construirse una red de clientes y lujos similares a las de su anterior ciudad en cuestión de días, cuando quedaba comprobadísimo que tal cosa le había costado meses la primera vez. Por otro lado se vuelve en ocasiones no pesado, pero si repetitivo, tanta desgracia y desprecio a lo largo de tantas páginas, cuando uno se empieza a preguntar de qué manera irá a terminar aquel suplicio, otra desafortunada casualidad la hunde de nuevo en el sufrimiento y el gozo por la autoflagelación emocional.
A fin de cuentas es un excelente libro para matizar estas tardes de verano repletas de sol y alegría. Un poco de odio, miseria y sufrimiento vienen bien, y nos hacen pensar, sino necesitaremos un Diablo Guardián a cuál contarle nuestras oscuridades y perversiones.